miércoles, 24 de junio de 2020

Fernando Escárcega: “#Fershow”, lidiar con hipervínculos



Fershow. CCES. Muestra virtual Foto cortesia del artista.


La urbe contemporánea vive hoy el desenfrenado caos, como los lenguajes verbales y no verbales en la Babel, ya no solo de ayer sino la de todos los tiempos, desborda sus conductas, enmienda la codicia, el desacato, enredando hasta los mas íntimos deseos de los ciudadanos. Pero también surte lo contrario, la violación, lo contradictorio desde lo acallado y quizás estado mas oscuro y crítico del ser. Y esto no tiene que ver con la crisis del coronavirus, que cambia los protocolos de urbanidad y paisajes humanos, los cuales hoy guardan la distancia social e innombrables etiquetas.



Fershow. CCES. Muestra virtual Foto cortesia del artista.

 

La ciudad actual resiente las luces y atavismos de aquello que hablan los boleros y romanticismo de antaño: sus espejismos y glamour de las tiendas de modas, la parafernalia femenina e intimidad. Hoy esos escenarios son apropiados, importados, insertos incluso en zonas urbano-marginales, para que dichos suburbios tengan su propio Manhattan, y las famosas “luces de Nueva York”. Goces, sombras y desdibujos mentales, maquillajes y caretas de encuadres que también intrincan con el poder.

 

Fershow recorta un fragmento de una gran ciudad, y lo inserta en dichos suburbios, o incluso es producto de su proyecto lo contrario: llevar trozos de lo irreverente de esta sociedad a la sala de exposiciones de un museo, galería, o de un centro cultural como es el Farolito, Barrio Escalante, San José (Centro Cultural de España), con una muestra virtual en junio de 2020, curada Poor Yamil de La Paz García, e inaugurada en plena cuarentena por la pandemia. ( www.ccecr.org/evento/fershow ).



Fershow. CCES. Muestra virtual Foto cortesia del artista.

 

Resulta interesante hoy en día apreciar una muestra de manera virtual, desdice las teorías del ayer de que nada sustituye la percepción de una obra de arte, como la obra misma. En tanto hoy nos contentamos con ver fotografías, no poder apreciar de cerca sus texturas, sus tramas cromáticas o claroscurales, y esos registros o huellas de la mano del artista dejados sobre la tela, o la piedra. Hoy la obra la vemos en el monitor de una computadora, una tablex, una pantalla digital o del celular. Y eso es otra realidad de la cual aun carecemos explicación.

 

Los modelos a que accede este artista mexicano, Fernando Escárcega, ensayan ese carácter de posicionamiento: trajes con luces y vistosas cabelleras rojo escarlata, negro, blanco, rojo bermillón, o dorados que lucen los poderosos padrinos de la droga. Y, en contradicción, también aparecen vestimentas con damas a usanza popular tradicional de la gran diversidad cultural que puebla a México, u otras formas de moda, trastocadas por la arrogancia, el kisch, o un pudor nada ingenuo matizado con estética y teatralidad.


Fershow. CCES. Muestra virtual Foto cortesia del artista.

 

Se advierte en mayor o menor grado lo contradictorio del ser humano, comprender el por qué de esas ataduras a conductas y razonamientos de quienes creen tener el poder, la última palabra, verdad relegada en la peor intemperie pues ya nadie la cree ni encontrará adeptos.



Fershow. CCES. Muestra virtual Foto cortesia del artista.

 

Acerca de la contradicción del ser humano, Georges Bataille precisa: 

Así, a través de los cambios, volvemos a encontrar la oposición entre la plétora del ser que se desgarra y se pierde en la continuidad, y la voluntad de duración del individuo aislado. Si llega a faltar la posibilidad de la trasgresión, surge entonces la profanación”. (Bataille Erotismo, 2005. P146).

 

Me recuerda el decir de uno los poderíos territoriales mas importantes de ese país de origen de este artista, cuando dice: “Jalisco nunca pierde, y cuando pierde arrebata”.



Fershow. CCES. Muestra virtual Foto cortesia del artista.

 

Estas imágenes que desfilan en los videos de “Fershow”, engatillan una estimulación a la memoria, al recuerdo de esos centros urbanos y sus periferias, que hay que haberlas sentido o vivenciado alguna vez, vivido a la sazón de sus instancias de lo terrible, de la brutalidad y la discordia, o donde cunde un decoro a tientas.

 

El artista comenta que habita en ciudad Neza, un poliedro de diversidad cultural de esas ciudades ignotas, neutras, pues se parecen un poco a todas, como las Ciudades Invisibles del fantasioso Italo Calvino. Vivir en esos bordes requiere saber convivir con mas gente, moverse en los corredores y umbrales urbanos donde como dije, cunde el caos en la superficie de la discordia.



Fershow. CCES. Muestra virtual Foto cortesia del artista.

 

Comenta, Fernando, que lleva ya 12 años intentando descubrir su identidad, sirviéndose de las herramientas de comunicación en canales, redes, o «hashtags». Bombardea con las imágenes de sus modelos irreverentes, cada uno con su grado de diversidad, o con un pedacito de su propio mundo maquillado en el rostro o pesándole en la espalda. 

 

Porque, tal y como dijo el poeta alejandrino Konstantino Cavafis:

No hallaras otra tierra ni otra mar.

La ciudad irá en ti siempre. Volverás

a las mismas calles. Y en los mismos suburbios

llegará tu vejez;

en la misma casa encanecerás.

Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques

-no la hay-,

(Cavafis. 56 Poemas. 1998. P18)

 

Y cierro este comentario al trabajo de Fernando Escorcega, con este pensamiento de Bataille en su libro El Erotismo, antes citado: “Si la prohibición deja de participar, si ya no creemos en lo prohibido, la trasgresión es imposible, pero un sentimiento de transgresión se mantiene, de hacer falta, en la aberración”. (Bataille. Erotismo 2005. P146).

 



Fershow. CCES. Muestra virtual Foto cortesia del artista.

 

Eh ahí lo grandioso de la belleza encontrada donde quiera por el sensible catador, el artista (El colector de belleza según el emperador Adriano en la novela reescrita por Margherite Yourcenar), quien puede que la encuentre en un rostro cualquiera, pero irreverente, y aunque a otros esa cara parezca simple o vulgar, el artista descubre esas luces palpitantes con escarchas, plumajes y maquillajes, las luces de la megápolis representada por el símbolo de la manzana mordida.

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