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Arte gráfico-crítico
Francisco Munguía. Reinterpretación de Guernica de Pablo Picasso.
Un joven y enorme talento del arte costarricense, falleció el pasado 8 de abril de 2020 en un hospital de la ciudad de San José. Conmueven las circunstancias de su deceso -aunque fuera otra la causal-, en tanto que sumidos en cuarentena para cortar el avance del covid19, no esperábamos ser tocados y mantenernos todos a flote, concentrados en el trabajo de investigación que caracteriza la práctica artística contemporánea.
Francisco Munguía. Pintura.
En una especie de obituario en mi pagina de FB, comente que el artista no muere para siempre ni se desvanece en el olvido, como ocurre con individuos que nunca externaron su pensamiento con que se marca un perfil activo y visible. Creo que el espíritu se eleva a una dimensión superior para deleitarse con lo hecho: su propia obra, sobre todo cuando es juguetona y desenfadada, como es la suya.
Francisco Munguía. Pintura.
Su memoria revivirá cada vez que montemos un cuadro de su autoría en el muro de una galería o museo, cada vez que nos detengamos a admirar un imaginario tan genuino, ataviado de símbolos, color y singular tratamiento de la superficie plana de la pintura, y hacer referencia al maestro de la historia del arte que reinventó. Las reinterpretaciones de grandes obras del arte siempre deleitaron, pero también, cuando removamos el polvo cotidiano a aquellos objetos en los cuales Munguía selló una sonrisa y mirada pertinaz, lo tendremos presente. En arte morir es renacer.
Francisco Munguía. Pintura.
Desaparecerá su cuerpo físico, pero renacerá una memoria y es cuando empieza el periplo inmaterial donde valorar su trabajo y observar a profundidad lo que lega al arte local. De manera de que cada vez que alguien ponga su mirada en un cuadro suyo, o se cite su nombre en algún texto reflexivo y analítico, le estaremos inyectando sustancia a su legado, y eso significa revivirlo.
Francisco Munguía. Pintura.
Pinturas dardos
Produjo un arte tequioso de grafista investigador de todo lo posible, cuyos gestos se reconocen en la noche oscura de ese tránsito insospechado hacia la eternidad. Ayer, sus imágenes inundaron las redes sociales en un efecto In Memoria, dándole un reconocimiento merecido y que debería concretarse en un premio oportuno.
Francisco Munguía. Pintura.
Cultivó un trazo el cual era como su firma, propio, y una visión de lo caricaturesco, pero sobre todo disiente, cuestionante, que me lleva a afirmar la siguiente deducción: Francisco era de dar golpes certeros, donde ponía el ojo, ponía el dardo de su pincel. De ahí el relieve que alcanzó sus pinturas (dardos), grafismos e inconmensurabilidad de sus huellas y engendros visuales en la vorágine social en que vivimos.
Francisco Munguía. Pintura.
El vocablo “caricatura”, proviene del italiano “carica”, que se traduce como carga o recarga del retrato de un personaje al cual se exageran los principales rasgos, nariz, mentón, ojos, pómulos, frente, orejas, para volverlos mas que provocativos, instigadores, jocosos o por el contrario cuestionar una situación evidente.
Francisco Munguía. Pintura.
Hoy en día en la cultura combinan muy bien distintas vertientes del pensamiento crítico, autopoiético, contemplativo, metafórico-visual, como en su caso lo hace la caricatura y el arte contemporáneo, pero también ligan la política, la ética, el posicionamiento ideológico e incluso religioso y actitud inclusiva. O sea, ese arte nos sirve para referirnos a asuntos de género, inclusión o exclusión, preferencias, minorías, entre otros factores urgentes de atender en la sociedad.
Francisco Munguía. Pintura.
El filósofo Eugenio Trías, en el Artista y La Ciudad, señalaba: “La referencia a la visión, el empleo de una metáfora visual, permitirá abonar esa interpretación, de modo que, en la cúspide del ascenso, el movimiento vital a que conduce toda contemplación precedente -ese movimiento de engendrar y producir- se hallaría suspendido para dar paso al acto puro de la visión inmaculada de la idea de lo bello en sí” (Trías 1997).
Cuadran en ese terreno que a veces se vuelve tan pedregoso, quizás, demarcándolo, para manifestar, decir y proponer con abundante audacia y aislarlo de lo burdo e insustancial, pues aquello que es simple ocurrencia o cosmética -o “mitotécnia” como la llamo yo-, no va con las manifestaciones del arte actual, y de eso que se desborda en el arte local.
Francisco Munguía. Pintura.
En cuanto al lenguaje fue transformándose, de la línea briosa de la gráfica e historietas o tiras cómicas a la plasticidad de la pintura con un trazo preciso; de acuerdo al discurso, fábula para personificar animales u otras figuras con voz, que cuestionan, como aquel mapa del país que reclama a las piñeras y taladores del bosque, que no toque sus bolas, refiriéndose jocosamente a las esferas del delta del Diquís, patrimonio de la humanidad.
Francisco Munguía.Caricatura.
Complace, al observar en retrospectiva la labor de este joven creador, revisar a la sazón de su pronta desaparición, y pensar que tenía aun mucho que dar al arte costarricense y centroamericano, pues persiste la visión del efecto mariposa y la teoría del Caos, un soplido creativo en esta tierra de mares y volcanes puede provocar un ciclón al otro lado del planeta.
Francisco Munguía.Caricatura.
Permanece, lo importante es lo que nos queda como aprendizaje del arte de este inquieto joven y de estos tiempos paradójicos, cuando lo vimos subir a las paredes de muchos puntos de la capital para llenarlos de color y un arte que es como el bumerang, sino sabemos recibirlo y comprender la metáfora visual, al volver, sin duda nos golpeará.
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