Como ejercicio transdisciplinario entre distintos matices y expresiones del arte contemporáneo, he propuesto esta investigación en curso para observar un colectivo de artistas mesoamericanos identificados por trabajar con la tierra, material físico o simbólico de su práctica artística y con lo cual escarbar nuevos significados.
En la primera entrevista publicada en el blog árbol dardo, el artista cubano radicado en México Carlos Aguilar, “Asecho de la sinapsis”, comento que para el la tierra es: Isla, territorio, situación geográfica e intereses geopolíticos, conquistas, colonización, exterminio edénico, procesos de aculturación y transculturación, cultivo, esclavitud, sometimiento y lucha por la liberación nacional, régimen totalitario, comunismo, experimentación social, procesos de migración… ( http://arboldardo.blogspot.com/2020/07/carlos-aguilar-asecho-de-la-sinapsis.html )
Para la nicaragüense Illimani de lo Andes:
La tierra es el vientre donde revienta el maíz, y nos permite usarlo para alimentarnos, y también como materia prima que nos ayuda a experimentar procesos artísticos.
La creatividad parte desde ese primer encuentro cuando desde pequeñas observamos esas matas de maíz que crecían, eran cortadas, desgranadas, y luego por tradición como las abuelas hacían todo el proceso de nixquezarlo, hasta transformarlo en el alimento deseado. ( http://arboldardo.blogspot.com/2020/07/espiritualidad-sin-religion.html )
Para el costarricense Alessandro Valerio:
La dimensión funcional de la tierra es vital para desarrollar proyectos artísticos y si se considera la tierra dentro de su giro ontológico, es decir, dejar de pensarla como objeto y considerarla como un sujeto dador de vida. Pensando más allá de su objetualidad en una escultura o instalación, sino entendiendo este material como componente activo de todo el proceso creativo. La tierra me aporta desde ahí, desde su funcionalidad, cargada de pequeños ritos que hoy en día llamamos procesos técnicos. ( http://arboldardo.blogspot.com/2020/07/alessandro-valerio-tierra-como-materia.html )
En este trazo del tejido “descolonizador” que aúna al colectivo, y que lo prepara para un ensayo que será propuesta a la revista ESCENA de las Artes, resalta el trabajo de la también costarricense Stephanie Williams, quien desde sus visiones liminares se sirvieron del simbolismo de la tierra. El uso de la materia origen del planeta como memoria, le permitió recordar estratos histórico-políticos costarricenses, como las primeras edificaciones civiles y del Estado en las ciudades del país, que fueron construidas en adobe: lodo, piedra, y madera.
En 2014, Williams nos sorprendió con el segmento de un friso en la muestra Entre Concreto, curada por Inti Guerrero para TEORéTica. Construyó un modelo en tierra, como la materia irreductible y por ende ataviada de la identidad de la gran casa donde habitamos todos. Al respecto, en ese momento comenté:
«sensiblemente repasar el significado de la poética pieza de Stephanie Williams (Costa Rica, 1987) hecha de tierra y pasto, modelada como un detalle del muro remanente de un edificio emblemático de nuestra San José, otro signo que se mueve por su calles y avenidas entre el asfalto o el concreto, y un tracto más de esta materia dura con que fue hecha. (Quirós 2014. Experimenta) ( https://www.experimenta.es/blog/luis-fernando-quiros/entre-concreto-hormas-urbanas-4540/ )
Otra de las propuestas suyas se refiere a la siguiente frase: «Y todavía afirma que aquella es tierra firme», con letras modeladas precisamente en tierra, instalación titulada Los cimientos también son fragmentos (2015), expuesta en Lado V en TEORéTica, curada por Jaime Izaguirre. Esta pieza la replicó en MAYINCA Tiestos de una Cultura (2015), curada por Rolando Castellón, montada en los antiguos calabozos del Cuartel de Bellavista, hoy Museo Nacional.
Tampoco pasan desapercibidas su participación en la X Bienal Centroamericana, con una instalación en la Casa del Comandante, antiguo cuartel de Bellavista, y su versión Cuadra Cero en el MADC -Salas II, III y IV-, cuando comente para la revista Wall Street International edición español: Williams nos hace sentir en el inmueble mismo del Palacio Nacional, donde otrora erguía el Pabellón y se firmaban los oficios que hoy son un estamento cívico, ante lo cual se advierte ese escozor de la memoria al mirar hacia aquellos elementos elevados en el espacio de la sala III del MADC, con pátina terrosa y musgos del tiempo, pero que también portan la idea de lo sacro y de altar. ( https://wsimag.com/es/arte/43641-stephanie-williams-cuadra-cero )
Agrega otro anclajes que interesa a esta investigación, la “Espiritualidad SIN Religion”, en tanto la tierra merece una consideración como materia de la madre naturaleza, en una percepción muy tolerante no solo con la misma natura sino con nuestras culturas originarias.
Dicen que no debemos mirar atrás, ni para tomar impulso, sin embargo, su obra existe en tanto es memoria de una memoria, con tierra como material, donde hundió la semilla que hoy germina en otras visiones, ya no de la materia origen sino de la Tierra como planeta: Hoy la vemos interesada en el estudio a los sistemas montañosos, a las aguas, que siguen siendo elementos de la gran casa de todos.
Este aspecto me motiva a preguntarle: ¿Por que dejo de utilizar en sus instalaciones, aquella pátina de lodo que nos recordaba el origen, lo sacro del suelo y subsuelo de la Tierra?
“Pues no lo he dejado, pienso que esos proyectos nunca terminan, por un lado, son abordajes que requieren apoyo de producción, pensar desde un lugar específico, son piezas efímeras pero que se pueden volver a construir. Por otro lado, mi práctica se ha trasladado, llevo algún tiempo realizando una serie de recorridos al espacio naturaleza, hago observación y una especie de peregrinaje, sigo viendo hacia la tierra”.
En sus instalaciones había algo mas que interés por el uso de la noble materia y del suelo patrio, había un concepto que esclarecer e identificar al espectador. ¿Cómo emergieron del pensamiento esos ecos que tenían que ver con la historia y memoria, pero también idiosincrasia del costarricense?
“Esas reflexiones vienen siempre de las formas de habitar el presente, inquietudes sobre las maneras de pensamiento, y, las acciones como reflejo de los procesos mediante los cuales se construyó la historia, trabajo con la ficción que de alguna u otra forma está implícita en esos procesos”.
¿Por que abordó desde el patrimonio intangible, muebles, arquitectura, construcción civil y la ciudad? Y, muy importante, trató la memoria en documentos escritos o impresos que guardan el acontecer de la patria.
“Me interesaba el modelo de ciudad como un sistema de pensamiento, el ejercicio del poder a partir de la idealización de un espacio construido. En el caso de las edificaciones con las que trabajé, me interesaban asuntos de su localización, la visión de ciudad como ejercicio político, estos inmuebles eran reflejo de esas concepciones, incluso sus procesos de demolición. Con respecto a los archivos, sin bien es cierto, realicé una búsqueda grande en archivos nacionales, pero mi propuesta consistía en la ficción y el recurso histórico con respecto a la información, los documentos que estaban exhibidos, eran escritos, dibujados o intervenidos por mi, basados en las formas de escritura y contenido sobre los que yo había revisado inicialmente”.
Volviendo a la materia origen del planeta, ¿cree que identifique cierta dosis de espiritualidad? ¿Cómo lo explica desde las teorías y sistema de ideas de su práctica artística?
“Si, me interesa muchísimo el tratado sobre la tierra desde lo ancestral y las diferentes formas de habitarla, me interesan las voces disidentes, las historias no oficiales.
Tomo partida de la idea de observar la tierra como vínculo con el devenir de nuevos desplazamientos. La tierra como espacio movedizo, la exploración de espacialidades en flujos permanente de cambios, en las cuales el tiempo está conectado con el entorno, cada tierra tiene signos de escritura, lenguajes que escriben los relatos de un lugar y de quienes lo habitan. Desde las culturas ancestrales la observación del lenguaje de la naturaleza proporcionó una herramienta para interpretar y habitar el mundo, así modificar los significados del espacio.
Este sistema de pensamiento puede entenderse como un lugar de resiliencia y de regeneración ante situaciones de crisis. Funcionan como narrativas estratificadas, reflexiones sobre la tierra y sus formas de habitarla, cercana a una arqueología imaginada, métodos que, desde formas transitorias construyen otras narrativas”.
Interesa destacar -y a manera de conclusión de este acercamiento al trabajo de una artista visual investigadora quien se plantea con mucho rigor no sólo la producción de pensamiento y la teoría, sino la realización de sus propuestas expositivas-, su aseveración: “un lugar de resiliencia y de regeneración ante situaciones de crisis”.
Incide en asociar a esta crisis de la pandemia y que el arte requiere abrir espacios para la reflexión, para la contemplación del entorno y la cultura durante el reposo en este estado de confinamiento que vivimos. En una especie de manifiesto de la artista italiana Milena Rigolli, en otro de estos comentarios publicados en proceso por la revista FATAL: La Fatalísima, Milena manifestó:
“En el futuro, el arte reemplazará a las religiones.
El concepto de fe se colocará en su ubicación natural, la de un mundo en formación.
La ilusión de organizar una vida cómoda y segura rompe, somos simples huéspedes de las fuerzas y dinámicas de la naturaleza”. ( http://arboldardo.blogspot.com/2020/07/milena-rigolli-geometricartearte-actual.html )
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