José Rosales. Mayinca Arquitéctica, 2017.
Instalación con escultura de jabón, tierra y yeso en polvo.
La idea de estas entrevistas publicadas en el blog Árbol Dardo, propuestas por Museo de Pobre & Trabajador, y revista FATAL La Finalísima, con el abordaje de la materia origen del planeta y sus simbolismos, pero también madre dadora de abundantes frutos, busca aunar a un colectivo mesoamericano de artistas quienes trabajan con este enfoque material y simbolismos. SE trata de una propuesta para reunirlos y que nos definan sus significados, en tanto encuentran en el suelo terrestre los insumos para asumir un discurso tan singular, propio de la región y que referencia al ancestro originario.
Esta razón motiva acercarme al joven artista costarricense José Rosales, quien se perfila como creador e investigador muy crítico con lo que él hace, al igual que con el trabajo del otro. En agosto de 2017, expuso “Objetos Interiores”, sala de la Alianza Francesa, Barrio Amón, y desde ahí escala asimilando posiciones en el arte emergente, consolida un estilo y lenguaje reconocible y, como se dijo, crítico.
¿Cuál es tu idea y visión al utilizar la tierra como materia en el arte actual?
Creo que para mí -responde José-, la tierra me sirvió, en un momento en que la materialidad era algo que perseguía, probando distintas cosas. He hecho como tres o cuatro piezas usándola, siempre en la escultura, he pensado en términos prácticos acerca de todo, y la tierra era algo que podía conseguir en grandes cantidades a muy bajo costo.
José Rosales. Objetos interiores, 2017.
Instalación con tierra, escultura de jabón y yeso en polvo.
¿Cuál es tu preocupación estética al respecto y qué te daba esta materia?
Responde José: Es materialmente muy atractiva, y cambiaba de color con agua, todo eso la hacía muy interesante para trabajar. Después vienen las cosas menos prácticas, como su asociación con la cultura y el lenguaje, o lo que puede evocarse en una pieza.
Por ese lado también resulta ser muy noble, porque los significados son muchos, y a veces hasta conflictivos; tiene esa particularidad de que no es para nada neutral, ya viene con muchas cargas de significado en el momento de usarla. Creo haberla valorado por esas propiedades experimentales, además, porque quería entender el material usándolo.
¿Qué te estimula a trabajar, a escarbar el suelo, para sacar contenidos que encuentren sentido en tu práctica artística?
En ese momento me motivó una atracción a esa materialidad y en particular el suelo. Ahora creo que me he volcado más, hacia lo que logro vincular de mi vida privada con las imágenes y los materiales.
¿Te interesa solo la materia, la tierra, pero también sus frutos, como el maíz, que son un signo de cohesion en el arte de este istmo?
José: Si he usado cosas de la tierra y productos de esta materia, pero he sido cauteloso en no proponerlos como articuladores de identidad, más allá de mis propias memorias. No creo mucho en la articulación de la región a partir de esos signos, pero tampoco es que me oponga abiertamente a ello, solo prefiero hablar desde mi singularidad.
¿Por qué, José, cómo sostienes esa crítica?
Yo no soy una persona que trabaje la tierra con mis propias manos, de hecho mi realidad actual no podría estar más alejada del campo, pero si es algo que guardo con cariño, por memorias que tengo respecto a ciertas cosas que vienen de lo natural, pero no le doy más o menos importancia que otras cosas que me influencian, como la cultura de masas, o el arte popular.
Lo que me gusta de los productos que vienen de la naturaleza, son los usos, alternativas que les han dado las personas no necesariamente una estética de lo natural o lo agrícola propiamente.
José Rosales. Objetos interiores, 2017.
Instalación con tierra, escultura de jabón y yeso en polvo.
En lo que observo en tu trabajo, ¿utilizas esta materia como soporte sobre la cual se imprime otra acción, otro simbolismo? ¿Qué te da la tierra, por ejemplo en la pieza que expusiste en Mayinca, Arquitéctica, en la Sala de Patrimonio, 2017?
Creo que en muchos de mis trabajos -responde José Rosales-, está esa idea de hacer pedestales a partir de la misma obra, que una parte soporte a la otra. En un momento me interesaba mucho la idea de no tener todo el control sobre lo que pasara en una pieza, y utilicé materiales sabiendo que iban a cambiar drásticamente en poco tiempo, debido a sus características físicas.
En la instalación a que te refieres, expuesta en Mayinca 2017, quería llegar a eso: hacer esta obra de tierra, yeso en polvo y jabón, como para removerme de ese trabajo, y tener menos control de lo que pasará con ella. Teniendo en cuenta que la propuesta era tan sensible, en términos materiales, y tuve que buscar la manera de hacerla para que se sostuviera; entonces los materiales tenían que ir dispuestos en el orden en que están, para que soportara esos meses que estuvo expuesta.
¿Qué simboliza para José Rosales vincularse con este carácter de materia natural? ¿Qué aprendes de esas experiencias?
Responde: En términos de símbolo la tierra tiene esa asociación directa con el suelo, y la base, entonces podía cumplir el papel metafórico y también físico de funcionar como un pedestal, y dar la pista de que hubo un proceso constructivo, lo cual tal vez no es tan obvio, pero tenía que hacerse, de esa forma, para que no se la llevara el viento.
Creo que aprendí mucho de cómo construir cosas usando esos materiales, pero creo que ahora soy mucho más práctico, y sencillo, en todo el sentido de la palabra, entonces he tratado de simplificar procesos.
¿En cuáles otras propuestas de tu amplio imaginario te sirves de ese signo?
No volví a utilizar tierra -agrega el joven artista-, porque mi trabajo se ha alejado de la dureza y se ha vuelto más hacia la suavidad y las telas, y, como dije, ante la sencillez. Creo que como principio la tierra me ayudó a articular cosas, que aún sigo utilizando como recurso, como la horizontalidad y la amplitud que permitía en el espacio, lo cual se puede ver en mucho de mi trabajo más reciente.
José Rosales. Mayinca Arquitéctica, 2017.
Instalación con escultura de jabón, tierra y yeso en polvo.
¿Adviertes algo sacro, o profano, en el uso de esta materia?
José: No pienso tanto en esos términos, pero todo lo que uso como material en mi trabajo, lo asocio con algún sentimiento gratificante, y eso puede ser sacro o profano. De hecho lo expuesto en Mayinca Arquitéctica, era bastante profano, porque no estaba basado en referentes o imágenes reales de arte precolombino, sino en reproducciones del taller de un tío mío, quien reproduce piezas precolombinas y que dejaron una gran impresión en mi.

¿Tiene, su uso, y en tu obra, algo que ver con “Espiritualidad SIN religión”, que hemos venido planteando en estas serie de entrevistas?
Yo creo que la obra tiene más que ver con un aspecto devocional, que, para mi, es más encantador que la misma espiritualidad, y que pueda haber detrás de los referentes. En la propuesta en Sala de Patrimonio 2017, el contenido y significado de las figuras estaba casi vaciado, por que no había un contexto que indicará su función, más que lo que estaba contenido en la propuesta.
Ya para cerrar con este acercamiento a José Rosales, lo confronto con esta pregunta poruqe conozco su capacidad de responder: ¿Aprecias alguna crítica a esta propuesta de aunar un colectivo a través de la tierra como materia?
Creo -responde-, que como un ejercicio es interesante, y necesario, por que los usos varían demasiado. Pero, a la vez, creo que puede ser limitante, porque hay también muchos lugares comunes, en los cuales podemos caer con ciertas cosas que hacemos los artistas, hay mucha redundancia; sin embargo, observar o valorar esto en la práctica artística, también podría ser muy valioso.
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