La obra pertenece a la serie Memoria Histórica: un conjunto de trabajos que hacen alusión a momentos históricos específicos que, ante el vertiginoso flujo de información al que tenemos acceso y el uso que hacemos de ella, suelen caer en el olvido. Sin embargo 9°09’00’’N 83°12’00´´O 07.04.2016 va más allá de la crítica al exceso mediático, esta obra también habla de una condición idiosincrática costarricense: la desmemoria histórica. Mediante un conjunto de coordenadas y una fecha propongo una reflexión sobre la situación de los pueblos originarios y su lucha por defender lo poco que les queda. El jueves 7 de abril del 2016 a las ocho de la noche un grupo de indígenas de la comunidad de Cabagra fueron atacados con armas de fuego y machetes por una turba de terratenientes y sus peones. La razón, una disputa de tierras. Esa razón me motivó a trabajar con tierra como elemento simbólico.
¿Qué es para Yamil de la Paz la tierra?
Es hábitat. Es paisaje. Es alimento. Es cura. Es arte.
¿Dónde termina la influencia del código y comienza el dominio del arte?
El arte son códigos para comunicar. Sucede que en ocasiones la comunicación se queda en lo meramente estético. En lo personal, prefiero un arte con pensamiento de por medio. Un arte que sea, parafraseando a Luis Camnitzer, un lugar en donde se cuestiona todo lo convencional, que es la mejor manera de abrir el campo para una expansión del conocimiento.
¿Cuál especie de paisaje define, relaciona, previsualiza?
En mi trabajo visualizo paisajes mentales, entendiéndolos como espacios que posibilitan la generación de ideas a quienes los contemplan.
En el arte del pasado el artista pintaba el paisaje, hoy en día, este individuo creativo utiliza la materia del paisaje: la tierra, las piedras, las maderas, las aguas, el fuego, y la obra de arte es la resultante de tal interacción, ¿qué respuesta te merece dar a esta proposición y simbolismo del arte de la tierra?
Dotar a la tierra de carga simbólica es algo que ha estado presente desde la prehistoria. Si consideramos estructuras como Stonehenge o las esferas de piedra del Valle del Diquís, el Land Art es un volver a la tierra. Ese retorno supone una reconexión. Y esa reconexión nos recuerda el vínculo que tenemos con el elemento.
Hemos venido tratando, en diversas entrevistas el tema del respeto que merece la materia origen del planeta, un don y talento que nos da el Creador para sustentarnos de sus frutos, ¿ves algún sesgo de espiritualidad reflejado en esos ritos del arte actual?
El tema de la espiritualidad en el arte depende del contexto. Ahora bien, tal y como apunté anteriormente, trabajar con tierra supone una reconexión con el elemento. Esa reconexión genera conciencia. Ese generar conciencia es importante, máxime considerando el momento de devastación ecológica que vivimos.
Para las culturas originarias del continente, la pachamama, tierra y naturaleza, es una diosa universal dadora, nos da la tierra fértil y la inteligencia para cultivarla y sacarle frutos, ¿que opinión te merece lo anterior?
A diferencia de la tradición judeocristiana, la relación de muchos pueblos originarios con la naturaleza es horizontal. Eso implica una conexión distinta con la tierra. Una conexión que para muchos en Occidente es inentendible. Somos testigos de cómo la maquinaria voraz del capitalismo salvaje sobreexplota los recursos globales, anteponiendo el dinero por sobre todo y sobre todos y pareciera que a la mayoría de los seres humanos no le importa. Recuerdo un fragmento del mensaje que, en 1855, Noah Sealth envió a Frankling Pierce y cuya vigencia se mantiene hasta hoy «Cuando el hombre haya matado el último animal, cuando haya talado el último árbol, cuando haya contaminado el último mar, el último afluente, el último río, cuando haya intoxicado la última partícula de aire respirable, entonces, sólo entonces se dará cuenta que el dinero no se come ni quita la sed ni se respira.»
El abordaje a tu pieza en mención conlleva un signo de lo social, del reclamo de los humildes campesinos, ¿Cómo lo explicas?
En la Historia del Arte existe la idea de que el artista es un narrador de los acontecimientos propios de su tiempo. En muchas ocasiones, las distintas manifestaciones artísticas han servido como referentes visuales de determinados hechos históricos. Me considero un heredero del legado de los artistas conceptualistas latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX, cuya obra propuso una nueva manera de entender la relación arte-sociedad. En 9°09’00’’N 83°12’00´´O 07.04.2016 propongo una interacción obra-espectador que ha de derivar en el recuerdo de un hecho (entre muchos) que representa una injusticia (entre muchas) para los habitantes de los pueblos originarios que habitan nuestro país.
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